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La moral anarquista


Autor/a:

Kropotkin


Editorial:

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El mundo cruel y despiadado del neoliberalismo o de la globalización, que es preferible llamar capitalismo a secas porque se asienta en las mismas bases de saqueo y masacre desde 1492, ostenta la moral para justificar guerras y asesinatos que le reportan una mayor ganancia inmediata. E ignora la ética cuando le conviene, o sea casi siempre.
¿Podemos actuar igual para defendernos? ¿Es la única moral útil la de amontonar dinero y poder?
Este ensayo de Kropotkin –publicado en 1890 en francés– cuestiona, discute y propone soluciones. Dejando la forma torpe de imaginar un diálogo con animales, Kropotkin sigue eficaz porque se apoya en una actitud de identificación con la especie humana, sin paraíso ni infierno, sin jerarquía, estar con todos para que todos avancemos.
La violencia contra los explotadores es por lo tanto la base de la moral. La moral se construye edificando una sociedad justa para todos. Los privilegios son siempre la podredumbre de una sociedad: Estados Unidos y China hoy por hoy, la URSS ayer, encarnan un sarcasmo de moral. Y mientras existan sociedades de este tipo, habrá que luchar en su contra. Tal es el mensaje de Kropotkin.
Cuando el autor publicó este artículo tenía 48 años y era un exiliado político afincado en Londres que vivía de reseñas de libros y artículos científicos. Fue un revolucionario ruso atípico porque se decidió a los treinta años, abandonando la investigación científica en el ámbito internacional que lo había llevado al umbral de la academia de las ciencias de su país. Por eso sus escritos llevan la señal de la seriedad.
Kropotkin, al final de su vida, quiso redactar un libro sobre la Ética. A duras penas pudo escribir –sin concluir– el primero de los dos tomos previstos. De hecho, su obra contiene varias observaciones que he sintetizado, reuniendo igualmente citas de textos dirigidos a los propios militantes anarquistas. Permiten comprobar que Kropotkin no tenía un doble lenguaje: la moral tiene vigencia para todos. De no ser así, vamos a caer progresiva y paulatinamente en la sociedad explotadora actual.
Por fin, Kropotkin nunca opuso la moral a la realidad, como lo demuestran las resoluciones que redactó sobre la represión y el terrorismo, en 1906, ante las masacres del gobierno ruso, en un congreso de anarquistas rusos exiliados (véase el capitulo 3).
Kropotkin previó en 1892 el cambio revolucionario que Lenin acometió a partir de diciembre de 1917 con el despiadado terror rojo, que la burguesía republicana española de los 1932-1936 quiso domar y diezmar y que la cúpula de los dirigentes marxistas-leninistas hispano-soviéticos de 1936-1939 intentaron ahogar en sangre.
En la sociedad antimoral en que nos toca vivir, las enseñanzas de Kropotkin abarcan tanto la vida individual, la vida de grupos como la sociedad y la humanidad. Con Kropotkin, denunciar y luchar contra la explotación capitalista es negarse a edificar un futuro que mantenga la pirámide de la jerarquía social.
Frank Mintz