La Gran Revolución fue publicada originalmente en 1909 y es el resultado de más de veinte años de investigación. ¿Por qué reeditarlo ahora, cien años más tarde? Ciertamente, en el siglo que transcurrió desde la primera edición del libro hasta la actualidad, el conocimiento sobre la Revolución Francesa ha avanzado significativamente. De hecho, para realizar su pesquisa, Kropotkin centró su investigación en el acervo documental del Museo Británico, con lo que no pudo consultar la totalidad de las fuentes disponibles en otros archivos. Sin embargo, la lectura de esta obra sigue siendo estimulante al día de hoy y puede realizar aportes importantes tanto a los interesados por conocer la historia de la Revolución Francesa como a aquellos que busquen profundizar en el pensamiento del anarquista ruso. A pesar del tiempo transcurrido, la interpretación de Kropotkin fue original en su época y, actualmente, continúa siendo estimulante tanto para pensar la Revolución Francesa, como para proyectar una práctica emancipatoria.
La Revolución Francesa (1789-1815) fue un hecho de profunda importancia para la historia europea y mundial. Las trasformaciones que se iniciaron en 1789 llevaron a la caída del Antiguo Régimen (la autocracia de las monarquías absolutistas y la servidumbre feudal) y abrieron el camino para el ascenso de las burguesías al poder. Se eliminaron, así, los obstáculos que se imponían al desarrollo libre del capitalismo. Se trató, en esencia, de una revolución social que permitió la transferencia del poder de una clase (la nobleza feudal) a otra (la burguesía capitalista).
Por esta razón, la Revolución Francesa fue inspiradora para los revolucionarios liberales de la primera mitad del siglo XIX. Más tarde, a mediados de ese siglo XIX, su influencia se expandió y el incipiente movimiento obrero también tomó de esta revolución parte de su arsenal conceptual y simbólico, una retórica y hasta un modelo. En este sentido, no es sorprendente que un anarquista como Kropotkin tomara a la “revolución burguesa” por antonomasia como campo de estudio y análisis para elaborar teoría revolucionaria ácrata. Proudhon y Bakunin habían hecho lo mismo con anterioridad.
En primer lugar, cabe destacar que Kropotkin no considera que la Revolución Francesa haya sido una mera revolución burguesa. Ciertamente, reconoce que su resultado fue la destrucción del Antiguo Régimen (abolición de la servidumbre y del poder absoluto) a la vez que abrió el camino al desarrollo de la burguesía y del régimen capitalista. Sin embargo señala que en su seno se desarrolló una revolución más radical: los campesinos y la plebe urbana no fueron simplemente la masa de maniobra de la dirección burguesa, sino que se movilizaron con reivindicaciones propias y de manera autónoma, enfrentando a la burguesía y reclamando no solo la igualdad jurídica sino, sobre todo, la nivelación económica. La atención puesta por Kropotkin sobre la acción autónoma de los sectores populares y, particularmente, su valoración sobre los mismos, constituyeron una novedad en la historiografía de su época.
Sebastián Darraidou