Cuando a los 14 años Jorge Burel disfrutaba del cine sin pop en las salas de barrio que poblaban Montevideo, no imaginaba que las películas serían tan importantes en su vida. Mucho menos que le permitirían asomarse al mundo y desarrollar su sentido de la belleza. Tampoco sospechaba que lo acercarían a parte de los convulsionados fenómenos sociales que marcarían el final del siglo XX. A la luz de esa experiencia el autor propone una mirada a un conjunto de películas que lo han cautivado, con paradas en los usos y costumbres asociados a la experiencia de ver cine.