James presenta el pragmatismo como la solución al conflicto entre las demandas de la ciencia y las de la religión. Defiende la relevancia del temperamento en la adopción del tipo de filosofía que cada uno abraza, y entiende la disputa entre racionalistas y empiristas como un enfrentamiento entre temperamentos. Pragmatismo es una apuesta moral por una manera de entender el mundo que confía que la intervención de la inteligencia y del agente es real, que nuestras teorías introducen novedades y modifican el curso del devenir.