La primera vez Dios muere en la cruz. La segunda, en los libros, con Marx y Nietzsche. ¿Y la tercera? ¿Por qué se ha convertido Europa en el único continente de ateos del mundo? ¿Por qué en el resto del planeta se masacra tan alegremente en nombre del Ser supremo? ¿Por qué estas dos cuestiones no se resuelven en una? El eminente filósofo Glucksman aporta las respuestas a estos interrogantes con una brillantez y una perspicacia poco habituales.