Plantear una antropología de la imagen implica por un lado aproximarse a la etnología, y por el otro, diferenciarse de la historia de las imágenes y de los medios que abordada desde una perspectiva meramente tecnológica. La perspectiva antropológica permite mostrar las correspondencias, que de otro modo pasarían desapercibidas, entre las producciones icónicas más antiguas y aquellas consideradas "nuevas". La obra analiza diversos tipos de imágenes -desde las del culto a los muertos de la Antigüedad hasta las imágenes "virtuales" contemporáneas-, centrándose en la praxis de la imagen. Belting centra su atención en la praxis de la imagen, desde la Antigüedad hasta las imágenes virtuales contemporáneas.