Richard Tull y Gwyn Barry son escritores, ambos al filo- del abismo de los cuarenta años -han nacido con un día de diferencia-, y amigos desde siempre. Richard fue el primero en probar las mieles del triunfo, publicó su primera novela cuando era una joven y brillante promesa de las letras, mientras el opaco Gwyn redactaba laboriosos artículos para enciclopedias y ni siquiera conseguía reseñar libros para revistas literarias.Pero el tiempo ha pasado, y ahora es Richard quien vive en los oscuros márgenes del mundillo literario, con sus difíciles novelas experimentales olvidadas por todos, trabajando para una dudosa editorial que publica novelas que pagan los propios autores, y reseñando biografías de escritores casi tan desconocidos como él mismo para una escuálida revista literaria. Gwyn ha alcanzado la fama en el mundo entero con una ingenua, fácil y seductora utopía new-age , se ha casado con una deslumbrante aristócrata, se lo disputan editores y agentes literarios, y es el niño mimado de los medios de comunicación.Y un buen día, consumido por la envidia, el horror de la cotidianeidad y el horror al fracaso, acosado por la información que le llega en las noches de insomnio ese rumor que comienza a oírse a los cuarenta años y nos habla de la certeza de la muerte-, Richard decide pasar al ataque, e instrumenta un plan -o mejor dicho una serie de planes-, para fastidiar bien fastidiado al famoso Gwyn, su amigo de siempre. Pero no sabe que la humillación del imperturbable escritor de best-sellers es una empresa poco menos que imposible; los triunfadores, como los idiotas, son seres olímpicos e invencibles...En La información, Martin Amis retorna a territorios que le son familiares: la amistad y la rivalidad especular entre dos hombres, que ya aparecía en Éxito, el submundo canalla y turbio de Campos de Londres, que acecha en los límites de la clase media, con la que mantiene una interacción de fascinación dialéctica; la América de Dinero, un territorio, una cultura y una lengua que subyuga a los escritores británicos... Y el resultado es una n