Ordeno y mando es ante todo una fábula sobre la conquista de la libertad de un don nadie. 'Si un invitado muere repentinamente en su casa sobre todo no avise a la policía', pontifica alguien en una cena y Baptiste Bordave sigue pocas horas más tarde el peculiar y sabio consejo cuando un misterioso personaje -Olaf Sildur, un multimillonario sueco- aparece en su casa, le pide hacer una llamada telefónica y muere de forma fulminante en su salón. A partir del momento en que Baptiste decide hacer pasar el cadáver del sueco por el suyo propio, se sumerge en una vida de ensueño, ocio y placeres en un oasis en forma de mansión de lujo y con gusto a champagne francés. Este va a ser el escenario en el que se desarrollará una sorprendente historia de amor, con el trasfondo siempre sobrecogedor y fascinante de la usurpación de identidad, y el misterio de la muerte del verdadero Olaf Sildur. Porque, como dice Amélie Nothomb, 'en la vida real, cuando alguien muere sin que se sepa quién ha cometido el crimen, lo interesante no es la resolución del misterio, sino la constante inquietud en que se hallan sumidos los personajes'.