“Había una voz sonando en la casa. Parecía salir desde el fondo de un sótano; apagada y perdida en sus propios suspiros. La voz se elevaba entre acordes de cuerdas y algo que parecía ser un piano. La voz hablaba de una pena infinita, incubada en el corazón de dos amantes que debían sufrir por siempre. A pesar de lo tétrico del relato, la voz tenía un matiz por demás humano. Juan y Carolina permanecían recostados en el sofá frente al viejo aparato de radio, atrapados por el encanto del cantor.” Juan nunca ha tenido mucha suerte. Acaba de cumplir condena por robo y sólo quiere recuperar el tiempo perdido junto a Carolina, su mujer. Pero el pasado, encarnado en Gestoso, Carlos y Rogelio, llama nuevamente a su puerta. Otra persona desistiría, pero Juan no es así