Fantasmas discretos, congresos misteriosos, hoteles envolventes. El mundo que armó Claudio Burguez es calmo y, a la vez, sobrecogedor. La inquietud puede partir de la observación sobre un detalle incongruente, o de una confesión apenas esbozada. Excepcionalmente, como en “Purga”, corazón emotivo de la colección de cuentos –se trata del entierro del padre–, somos testigos de una explosión. En el resto de los relatos, la turbulencia es interna.
JG LAGOS EN LA DIARIA