Enya es una de las mayores artistas superventas de la historia, y a la vez una figura maltratada desde sus inicios por la crítica musical. Canciones como «Orinoco Flow» y las del resto de su repertorio –que Chilly Gonzales define, acertadamente, como versiones actualizadas de la canción de cuna– han enamorado a millones de personas en todo el mundo, y aun así todavía podemos encontrarnos a un gran número de personas que, por miedo a recibir una burla o reprimenda no se atreve a confesar públicamente su afición por discos como Watermark. Esta circunstancia es la que lleva al autor a plantearse: ¿Es mejor la música ingeniosa y compleja, o el mayor placer podemos extraerlo de la más eficaz simplicidad?