Úrsula se acerca y camina más despacio, pasa por el costado, casi pegada a los conos y a la cinta amarilla, se detiene y lo mira: no logra sentir nada por un muerto tan invisible. Es casi como si pasara al lado de un montón de escombros, aunque asome el zapato marrón de hombre que ahora sabe viejo y gastado. Aspira y huele: alcohol, guiso, miseria. Huele la tristeza. Úrsula lo piensa y se decide, levanta un pie y pasa al otro lado de la valla, saca su teléfono y se toma una selfie con el zapato marrón gastado que sobresale del plástico negro. A veces tiene la sensación de que le está por suceder algo maravilloso y absurdo, algo muy loco, una finta o un galanteo con la muerte (...).
Mercedes Rosende teje en “Qué ganas de no volver a verte” una novela negra vertiginosa y atrapante. Como caracteriza a la autora, la psicología de los personajes es tan sugestiva como la acción que los acompaña. En este caso, la historia se desdobla en múltiples relatos ambientados en una Montevideo oculta y poco común para los simples mortales.
Intrigas, muertes, robos, corrupción, chantaje y secretos rodean a la protagonista y dan vida a esa ciudad que se mueve en las tinieblas y en un túnel que, aunque oculto, permanece en la memoria.
(...) Arriba está Montevideo, una ciudad melancólica y triste, de playas hermosas, de costumbres mezquinas de pueblo chico. Arriba está Montevideo, un ciudad afable y tierna, verde y hospitalaria, que cuando muestra sus infiernos y sus cloacas puede llegar a dar mucho miedo.
Arriba, aunque ellas no la escuchen, la ciudad despliega su rumor incesante, su crueldad incesante.