En A la mesa con los reyes, Francesca Sgorbati Bosi cuenta cómo nace la gran cocina francesa en la época de Luis XIV y su corte, y cómo luego, en el reinado de Luis XV, ésta pasa a ser el centro de la cultura y se convierte en modelo de las costumbres y la moralidad de la época.
La cocina se seculariza, se aparta de las deidades tutelares que la habían orientado hasta entonces, es decir, de la medicina y la religión. En la mesa ya no imperan las voces del doctor y el sacerdote, sino el gusto.
El buen gusto en la comida fluye hacia una forma de regulación colectiva: incluso el buen burgués puede reconocer, ya en los libros de recetas y en los muchos libros de cocina publicados, el derecho a comer bien.
En un principio, había el caldo, que no se llamaba prosaicamente caldo, sino bouillon, eau, coulis… Del potage de tortuga a los beignets de tuétano hasta la crème de fraises, adorada por María Antonieta, para comprender de dónde proceden nuestros hábitos.