«Esto no es una novela, es la contemplación de un rescoldo», podemos leer en una de las páginas de Mira que eres, un libro con todas las señas de identidad de Luis Rodríguez: la voluntad creadora e imaginativa de Nabokov, los espacios difusos de Beckett, la mirada contemplativa de Proust, las tramas entreveradas de Chejov, los personajes al límite de sí mismos de Flaubert. La literatura de Luis Rodríguez es el resultado de esos ecos que se escuchan simultáneamente y trascienden los límites del libro para llevarnos más allá de cualquier anécdota.
Mira que eres podría ser una biografía fragmentada, o las historias que rodean a una biografía oculta, o el relato que se compone con la sombra de un árbol caído. Relatos de crímenes, de amores confundidos, de infancias y pueblos, de fraudes y robos, de libros y actores de teatro que no se desprenden de los personajes que interpretan: Luis Rodríguez convierte una primera frase en una única y última huella, y desde ahí nos lleva a seguir el rastro invisible que nos contagia de esa incurable enfermedad que es contar historias.