Toda mi actividad en el Teatro de Arte de Moscú estuvo encaminada no a la creación de un teatro nuevo imaginado por mí sino al estudio en profundidad del proceso creador del actor. Mi trabajo no ha sido inventar sino investigar. He dejado de creer en lo que complace solo a los ojos y a los oídos sobre el escenario. Solo creo en las emociones. Las teorías que no se puedan desarrollar con la práctica, las rechazo.