Hay una mujer que aparece y desaparece en la vida de este músico de casi 60 años, como un ángel o demonio, y lo remueve todo. Tanto, que por ella empieza este relato confesional que tiene la intensidad con que se le habla, algo borracho, a un desconocido en un bar. Profundamente atravesada por la música, la historia recorre la relación del personaje con el alcohol, con las mujeres, con los hijos, con el paso del tiempo, pero también sus decisiones artísticas y el rol de su generación en la cultura y en la sociedad. Las canciones se enredan en el discurso como en la vida, ese eco en la madera que se vuelve letra y le pide a Mateo el primer verso de su Canción para el tamborero. Rompe la quietud, la nueva novela de Lalo Barrubia, es, como cada libro de ella, a la vez urgente y demoledora. El narrador construye una nostalgia quieta con la que empieza hablando de su vida y, casi sin quererlo, termina contando la historia de la música uruguaya de los últimos cincuenta años.