“A fuerza de esperar el milagro económico, que está ahí, al alcance de la mano, el hombre argentino se ha vuelto impaciente. Aguarda, ansioso, la goleada, el resultado apabullante que le permita volver a la casa y mirar a sus hijos a los ojos. La diferencia apabullante que lo habilite a anunciarles: ‘Hijos, la casa está en orden’”.
Roberto Fontanarrosa se hace personaje de sí mismo y, como eximio periodista deportivo, comanda un grupo de delirantes para seguir los pasos de la selección nacional de fútbol. La pluma del rosarino da cuenta de los estiletazos filosóficos del pensador y dermatólogo Juan José Serenelli (Jota Jota, el Yaya); las destemplanzas de un fotógrafo de lo que nunca ocurre, y los vaticinios y enamoramientos de la pitonisa Hermana Rosa junto al andar del team albiceleste: triunfos apoteóticos, empates con sabor a poco y derrotas siempre fraudulentas. El eterno moño del atento Zavatarelli, los pronósticos de la Base Marambio del “Gordo” Muñoz y hasta el vuelo poético de Víctor Hugo empalidecen ante el análisis del gran maestro de los entresijos del balompié.