Gabriela Tabárez retorna a Uruguay mandatada por su instinto. Mientras recupera su entorno y a sí misma, se convierte en un insospechado chasque, portador de noticias que habilitarán la construcción de otros caminos.
En su primera novela publicada, escrita hace más de veinte años, Annabella Mendieta Muller nos invita a adentrarnos en la historia de una mujer y en un relato sobre la pertenencia. Al mismo tiempo, nos envuelve en un casi sonoro cuadro del campo uruguayo.
Con locuacidad, los personajes que transitan el texto —entre Montevideo, Paysandú y los alrededores de Guichón— plantan sus banderas, desatan sus pasiones y entretejen sus búsquedas, hacia afuera y hacia adentro. Y con cuidado detalle, la autora despliega su trama, de la que emergen sutiles homenajes a Delmira Agustini, a Julio Herrera y Reissig y a Fernán Silva Valdés.
Así, como lo señala el profesor Miguel Ángel Pías en el prólogo, El chasque «insinúa ese andar por los vericuetos de la mente, por los recuerdos y las dudas, por la vida, que aun bíblicamente tiene actitud de camino».