Jorge Basilago y Guillermo Pellegrino publicaron el libro «A la orilla del silencio, vida y obra de Osiris Rodríguez Castillo», que repasa el camino del folclorista y poeta uruguayo.Jorge Bacilago y Guillermo Pellegrino
“Yo sabía del valor de Osiris hace tiempo, haciendo el libro de Zitarrosa, el primero que hice, le propuse a Alsina Thevenet hacer una nota sobre Osiris”, contó Guillermo Pellegrino en La Cuchara.
Al abordar aquella nota, que salió en portada de El País Cultural, advirtió “lo difícil que era hacer un compendio y una obra su vida”, explicó, “porque estaba todo muy desperdigado, y presuponía un trabajo mayor, de gran esfuerzo”. «A la orilla del silencio, vida y obra de Osiris Rodríguez Castillo
Con el tiempo lo invitaron a una guitarreada, en la que percibió que “el alma de Osiris estaba ahí”, según expresó, y decidió afrontar este trabajo.
“Desde que empecé el libro en 2011 hasta ahora se murieron 15 personas, si lo agarrábamos dentro de 5 años perdíamos un montón de testimonios valiosísimos, porque es gente de 85, 90 años”, ilustró Pellegrino.
Al coautor de la obra, Jorge Basilago, lo conoció 20 años atrás, en las clases de periodismo en una institución.
Ya habían trabajado juntos en otro libro, que en 2012 ganó un premio en categoría ensayo en el concurso “Mario Benedetti”, y fue publicado por Seix Barral, aunque lamentaron, “circuló poco”.
Basilago, que es argentino, hizo énfasis en que haciendo este libro han constatado que son más conocidas las canciones de Osiris, a nivel popular, que su identidad como autor.
Eso, recalcaron, era en definitiva lo que quería Osiris, quien “como los grandes, quería que la copla siguiera”, y citaron, decía, “mi nombre puede que muera, mi copla puede que no”.
Además de la musical y poética, el libro plasma otra dimensión de Rodríguez Castillo: su faceta de artista plástico, dibujante y talabartero.
Fue un hombre campero y poco sociable, y en comparación con Zitarrosa y Yupanqui, por ejemplo, “no tuvo tanto la luz y los flashes”, reflexionó Pellegrino, “por algo a Osiris lo tenés que rastrear, era un tipo de campo que valoraba más los silencios que la palabra”.
Los autores evocaron una anécdota que pinta su temperamento: en la época de dictadura y allanamientos en los años setenta, un día fue “visitado” por un militar que lo interrogó.
El músico se encontraba tocando la guitarra y se vio interrumpido por el militar, que le dijo: “si no colabora me va a tener que acompañar”, a lo que respondió, “cómo no, ¿en qué tono?”.
