Atendido por Vangelis, un griego que vivió una infancia miserable bajo la ocupación nazi, su café de Estocolmo es el lugar donde se juntan marginados suecos y desterrados latinoamericanos. Allí coinciden y se tejen tres historias separadas entre sí por casi un decenio: la del joven hijo de refugiados que escapa de la crisis argentina del corralito y vuelve al país dónde transcurrió su infancia; la del maduro estudiante uruguayo de la Academia Real de Arte que recorre la Polonia convulsionada por la crisis del socialismo en un viaje de imprevisibles consecuencias; y el diario de Duarte, el narrador de todas las historias obsesionado por las cualidades de la luz nórdica y sus efectos sobre existencia. Cronista de su vida y de la de los demás, su diario es el centro donde confluyen los destinos pasados y futuros, además de la descacharrante descripción del mundial de fútbol de 1994 vivido por los estrambóticos y apasionados parroquianos frente al televisor que el griego pone en el café para que sus clientes sigan el campeonato.