Este es un cuento que relata las dificultades que tienen una lombriz y un águila para hacerse amigas. Mientras crecieron se fueron marcando las diferencias entre ellas hasta que, gracias a un familiar, descubrieron que leyendo o escuchando cuentos podían pasar momentos fantásticos juntas. Los buenos cuentos tienen algo especial, tan especial que nos atrapan y nos llevan a leerlos muchas veces o a pedir que nos los cuenten de nuevo.
La lombriz y el águila llegaron a apreciar la lectura más que volar alto o hacer los túneles más profundos debajo de la tierra. Se hicieron amigas para siempre, y a esa amistad se unió el búho, que fue quien se encargó de introducirlas en el maravilloso mundo de los libros.
Hay perros y gatos que son amigos, caballos y vacas seguro que también lo son, los piojos y las pulgas no tengo la menor duda. Pero a las lombrices con las águilas no les resulta nada fácil ser amigas, al menos a las de este cuento. Recién cuando descubrieron que leyendo o contando cuentos podían pasar momentos fantásticos, fue definitivo, se hicieron amigas para siempre. Los buenos cuentos tienen algo especial, tan especial que nos atrapan y nos llevan a leerlos muchas veces o a pedir que nos lo cuenten de nuevo.